2025: un posible punto de inflexión mundial como lo fueron 1968 y 1989
- Redacción

- 8 jul
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El año 2025 podría estar encaminado a marcar una ruptura profunda en el orden mundial, de forma similar a lo ocurrido en 1968 y 1989, según el análisis del periodista internacional John Simpson. La combinación de tensiones geopolíticas, cambios en las alianzas y posibles redefiniciones del poder global generan un ambiente comparable al de otros momentos clave de la historia reciente.
Qué ocurrió en 1968 y 1989
En 1968, el mundo vivió protestas masivas en distintos países, desde Estados Unidos con la guerra de Vietnam hasta Checoslovaquia con la Primavera de Praga, aplastada por la invasión soviética. En 1989, el colapso del bloque socialista europeo y la caída del Muro de Berlín marcaron el final de la Guerra Fría y una reconfiguración global del poder.
Ambos años representaron puntos de quiebre que cambiaron el rumbo político de numerosas naciones. Simpson advierte que 2025 podría tener ese mismo carácter transformador.
Factores de riesgo y transformación en 2025
Entre los elementos que podrían convertir este año en uno determinante, el posible regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos es uno de los más relevantes. Su política exterior podría modificar las relaciones con aliados históricos, debilitando a la OTAN y replanteando el papel de Estados Unidos como potencia global.
Trump ha expresado su intención de llegar a un acuerdo con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania, sin condiciones previas. Esta propuesta genera preocupación entre gobiernos europeos, como Alemania, Francia y el Reino Unido, que temen que una retirada estadounidense deje a Europa más expuesta.
Al mismo tiempo, una reducción del liderazgo de Estados Unidos podría abrir espacios para que Rusia y China refuercen su presencia e influencia internacional, provocando un reacomodo de fuerzas.
Posibles escenarios ante la incertidumbre global
Simpson plantea dos escenarios: uno en el que 2025 representa el inicio de una transformación duradera, con Europa buscando autonomía estratégica y Estados Unidos abandonando su rol tradicional; y otro en el que estos cambios resultan pasajeros, sin alterar de manera profunda el equilibrio geopolítico.
El alcance real de lo que ocurra este año dependerá de la permanencia de estos cambios. Si las nuevas políticas se consolidan, 2025 podría ser recordado como un año bisagra. Si no, será visto como una anomalía temporal en el flujo de la historia.








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